SOBRE LA CATEGORÍA GENERO
UNA INTRODUCCIÓN
TEÓRICO-METODOLÓGICA
Genero
RESUMEN :
Los movimientos feministas,
resurgidos en los sesenta, se exigieron y fueron exigidos de comprender y
explicar la condición de subordinación de las mujeres. Se propuso generar
conocimientos sobre las condiciones de vida de las mujeres; rescatar del pasado
y del presente los aportes de las mujeres a la sociedad y la cultura; hacerlas
visibles en la historia, en la creación y en la vida cotidiana. En principio,
una postura más empirista, que partía de reconocer las carencias de información
y reflexión existentes. Nacen desde entonces en los centros académicos y en organizaciones
no gubernamentales los proyectos, programas, institutos y centros de "estudios
sobre la mujer" o "sobre las mujeres" que se multiplican en diferentes países.
Para ambas posiciones,
construir una teoría es a la vez un proceso largo y lento, que requiere de
información muy abundante, de buena información del presente y del pasado y de
un ejercicio permanente de diálogo entre hipótesis y datos. Se trataba de ir
poco a poco definiendo el sexo social, es decir, observar, dimensionar, dar
explicaciones coherentes a los hallazgos acerca de la sociedad dividida en
sexos. En otras palabras: los sistemas
de género/sexo son los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones,
normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia
sexual anátomo-fisiológica y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos
sexuales, a la reproducción de las especie humana y en general al relacionamiento
entre las personas. En términos durkheimianos, son las tramas de relaciones
sociales que determinan las relaciones de los seres humanos en tanto personas sexuadas. La inserción femenina en el mercado de
trabajo, la participación sindical y el cambio tecnológico, otra perspectiva considera
los sistemas de género como sistemas de poder, resultado de un conflicto social.
Las jerarquías sociales entre los géneros responden más que a prestigio, a resoluciones
del conflicto desfavorables hasta ahora para las mujeres frente a los varones. Varones
y mujeres tenemos la capacidad desde muy temprano en la vida de producir con el
cuerpo. Varones y mujeres tenemos la posibilidad de producir placer en el
cuerpo del otro/a. Pero sólo las mujeres tenemos un cuerpo que produce otro
cuerpo (Torres Arias, 1989). Mujeres y varones somos imprescindibles para la
fecundación, pero sólo el cuerpo de las mujeres ha asegurado hasta ahora -y
pese a los intentos desmedidos de cierta ciencia por eludirlo-, la
sobrevivencia del huevo fecundado y por lo tanto de la especie humana. ¿Quién o
quiénes controla/n la capacidad reproductiva de las mujeres? ¿Cómo ejercer el
control sin eliminarlas o destruirlas? Pero para asegurarse un control efectivo
sobre la reproducción, es necesario actuar también sobre la sexualidad, puesto
que lo que analíticamente puede separarse, tiene dificultades en el plano de la
práctica. En otras palabras, controlar la reproducción de manera que el o los
varones puedan reclamar derechos sobre el producto específico de las mujeres,
requiere de reglamentar el acceso al cuerpo femenino. Ideas y representaciones
colectivas. En torno al cuerpo de varones y mujeres, las relaciones sexuales,
la fecundación, los sentimientos, las normatividades muy dispares por las que
se someten los cuerpos, los controles que ciertos individuos, grupos e
instituciones ejercen sobre los/as otros/as (Aries, et al., 1987; Firpo, 1984)
y que nos indican que en esta materia se juegan muchas más tensiones colectivas
que el placer individual y la generación de nueva vida humana. Varones que
toman partido y se comprometen con las demandas de las mujeres; mujeres que actúan
para mantener los privilegios del género masculino. No hay que olvidar además,
en estos espacios, el manejo de la capacidad erótica de los cuerpos (femeninos
y masculinos) hace parte de la cultura política, así como las actitudes, el
chiste, la burla y el chisme, recursos fáciles para reducir a los
contrincantes. Recordemos la célebre frase de Foucault: "el poder se
ejerce, no se posee. No se guarda en una cajita" ni en un closet. Produce verdades,
disciplina y orden, pero también siempre está en peligro y amenazado de perderse.
El género es una forma de la desigualdad social, de las distancias y jerarquías
que si bien tiene una dinámica propia, está articulado con otras formas de la
desigualdad, las distancias y las jerarquías sociales.
En América Latina, las
respuestas posibles son cruciales para entender la estructuración y la dinámica
de nuestras sociedades: una dominación capitalista cada vez más concentrada y
excluyente, el machismo devastador, la discriminación racial a grupos y
personas no blancas o en proceso de emblanquecimiento, la marginación de las personas
en etapas no adultas de la vida. Es decir, muchas otredades que, a pesar de los
derechos formales, no llegan a constituirse e interactuar como sujetos de
derecho (personas) y como ciudadanas y ciudadanos. Por ambas líneas de
conocimiento y reflexión, es posible entonces pensar la
Dominación masculina con un
comienzo en el tiempo, impreciso y vago, pero que permite desligar la
subordinación de las mujeres de la evolución "natural" de la humanidad,
y entenderla como un proceso histórico de resolución de conflictos. Permite además
ver períodos y formas de dominaciones masculinas diversas, los factores y los actores
que provocaron el cambio, las alternativas que se dieron a las mujeres y los varones,
los discursos que justificaron los cambios promovidos, etcétera. Finalmente,
nos permite interpretar las posibilidades y limitaciones de las perspectivas de
cambio en la actualidad.
Por otra parte, la vitalidad
de la propuesta del género radica en que ha permitido seguir líneas diferentes
de investigación, basadas en última instancia en opciones teórico metodológicas
distintas. Un análisis y una reflexión más consistentes en cada una de las perspectivas
señaladas al comienzo, debería afinar aspectos sustantivos de la estructuración
y funcionamiento del sistema de género, profundizar en los elementos para
La superación y el cambio
del mismo así como debería contener propuestas metodológicas específicas. Se trata pues de un campo abierto al debate, en el que las diversas perspectivas
deberán confrontarse en su coherencia interna, en su capacidad de explicación y
en las posibilidades que abren a la acción y la transformación de las sociedades
y de las probabilidades de vida de las mujeres y los varones.
COMENTARIO:
Teresita de Barbieri nos lleva a través de un
rápido recorrido por el movimiento feminista resurgido en la década de los 60.
De manera que nos introduce en los debates, revisiones teóricas y teorías que
se dieron en el ámbito académico de este movimiento. El nuevo feminismo, que
surge en los países desarrollados en esta época, buscaba comprender y explicar
la condición de subordinación de las mujeres. Ante esta interrogante, el feminismo se encontró con la existencia de un
vacío teórico e histórico. No había
información que diera cuenta de la subordinación de la mujer al hombre. Como
una primera hipótesis, las feministas postularon que la subordinación de la
mujer era una cuestión de poder. Y ante esto, la primera actitud fue parricida
y se llamó a construir una nueva teoría, revolucionaria y capaz de cambiar el
orden existente en la sociedad hasta el momento. Un primer avance hacia esto,
fue replantear la relación naturaleza y cultura, llegando a concluir que la
variación de los comportamientos sociales no está determinada por la biología,
sino que éstos corresponden a construcciones sociales.
Entre las primeras propuestas teóricas y conceptuales en autoras como
Kate Millet se retoma el concepto de patriarcado de Max Weber, considerando la
subordinación femenina como producto del orden patriarcal imperante en la
sociedad. Este concepto se pone de moda, pero pronto será criticado pues se
presentaba como un concepto vacío, el
cual no resistió a los críticos del feminismo ni permitió dar cuenta realmente
de los conflictos inmediatos a resolver en la práctica. De manera paralela a esto surge una
postura más empiricista en el ámbito académico: los Estudios de la Mujer,
que luego pasarían a llamarse Estudios de las mujeres. La idea era, ante las
carencias de información y reflexión, generar conocimientos sobre las
condiciones de vida de las mujeres; rescatar los aportes de las mujeres a la
sociedad y la cultura, sacarlas de la invisibilidad a la que se las había
relegado en la historia, la creación y la vida cotidiana. Esta corriente no
rompió con las construcciones teóricas y metodológicas de sus disciplinas, pero
estos fueron sometidos a una constante crítica y revisión.
Desde ese momento, se dieron dos
posturas: una que centró el objeto de estudio en las mujeres. Y otro que se
enfocaría en la sociedad como generadora de subordinación. Esta segunda postura,
sostuvo que a) la subordinación de las mujeres es fruto de determinadas formas
de organización y funcionamiento de las sociedades, y b) que no se avanzaría
estudiando sólo a las mujeres, por lo que se requiere un análisis más amplio,
en todos los niveles, ámbitos y tiempos de las relaciones mujer-hombre,
mujer-mujer y hombre-hombre.
A partir de la segunda postura,
surgiría el concepto de género el cual hace referencia al sexo socialmente
construido. Este concepto daría cuenta del conjunto de prácticas, símbolos,
representaciones, normas y valores sociales que las sociedades construyen
entorno a la diferencia sexual anatómicafisiológica y que otorgan sentido a los
impulsos sexuales, la reproducción y las relaciones entre personas. Este
concepto amplió el objeto de estudio, dejando abierta la posibilidad de
existencia de distintas formas de relación entre mujeres y hombres, de
distintas formas de construcción de lo femenino y lo masculino. Este concepto
abre la búsqueda de sentido de los comportamientos de mujeres y hombres como
seres socialmente sexuados, los cuales están bajo una serie de determinaciones
sociales que van definiendo lo femenino y lo masculino.
Ante esta expansión conceptual, el
debate no pararía allí, dándose múltiples desarrollos posteriores y el
surgimiento de nuevos conceptos, lecturas y relecturas
Barbieri finaliza su texto haciendo
una revisión de los avances y limitaciones de los desarrollos que se han dado
en los estudios de género y queda más que claro que aún queda un largo camino
por correr, nos habla del desarrollo del movimiento feminista y de los estudios
de género y a la vez nos permite posicionarnos respecto a los lineamientos en
los que aún es necesario profundizar, afinar e incluso explorar el futuro.